Conozco muchas personas que me agradan, pero solo unas pocas tienen algo de mi alma.
Y al reconocer ese algo de mi dentro de ti,hace que te cuide y te valore como a nadie.
Con el tiempo he logrado comprender que los amigos no cambian, sino que cambian las circunstancias de la vida y cada uno debe acomodarse a ellas.
Y es así como nuevamente nos empezamos a conocer, un nuevo tú, un nuevo yo, pero en escencia seguimos siendo los mismos.
Los amigos no se pierden, los amigos se descuidan, y es necesario ser lo suficientemente valiente para reconocer la despreocupación hacia una persona, lo suficientemente humilde para pedir perdón y para perdonar, y un buen arquitecto para reconstruir una relación.
Quien es tu amigo siempre está ahí, con el corazón puesto en ti, sin pensar en la distancia, en lo ocupado que esté, en el estrés de la ciudad.
Un amigo escucha, apoya, y deja que cada uno tome sus propias desiciones, no influencia, mira las situaciones desde otra perspectiva para aconsejar, y sabe cuando pasa algo sin tener que preguntar.
Tengo buenos amigos, y los cuido como un tesoro, y he llegado a reconocer en ellos el reflejo de lo que soy.
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